"...las cosas invisibles necesitan encarnarse, las ideas caen a la tierra como palomas muertas"

domingo, 19 de abril de 2015

Sobre gustos

(dicen que sobre gustos no hay nada escrito. Yo quise escribir que me gustás vos)


Me gusta la gente que desea
éxitos en lugar de suerte.
Me gusta la gente que entrega
una sonrisa frente a la muerte.

Me gusta que no me dé igual
la historia de verte o no verte.
Me gusta mover el dial,
y que en la radio suene Almafuerte.

Me gustan tus labios gruesos,
y tus ojos color marihuana.
Me gustaría poder darte un beso,
cuando despierto cada mañana.

Me gusta abrazar tu ausencia,
y así extrañarte en la semana.
Me gusta advertir tu esencia,
palpitando, voraz, en mi cama.



Darío Kullock
(encontrala también en: https://www.facebook.com/notes/dar%C3%ADo-kullock/sobre-gustos/10152901029448412?pnref=story)

lunes, 13 de abril de 2015

El Fútbol a Sol y Sombra: ¿Opio, pan o circo?

(hace algo así como 5 años tuve que escribir un análisis de un cuento de Eduardo Galeano. Este fue el resultado)


         El Fútbol a Sol y Sombra, escrito por el uruguayo Eduardo Galeano y publicado en 1995, es un libro de cuentos que buscan meterse en el interior del fútbol y analizar sus componentes. De entre éstos resalta “¿El opio de los pueblos?”, que plantea las interrogantes en torno a la relevancia y el papel del fútbol para una sociedad.

        “¿El opio de los pueblos?” es el segundo de los relatos del libro, y se refiere a la opinión general que tienen los intelectuales sobre el fútbol, un entretenimiento generalmente relacionado con las clases sociales más bajas. Como primer recurso, Galeano utiliza el paralelismo entre el fútbol y Dios, comparando la devoción que les tienen los creyentes y la desconfianza de los intelectuales. Para apoyar sus palabras cita los casos de Rudyard Kipling, quien ridiculiza a “las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan (al fútbol) ”. Luego remite a una situación más cercana, cuando recuerda la conferencia que dictó Jorge Luis Borges, el mismo día y a la misma hora en que la Selección Argentina jugaba su primer partido del Mundial de 1978.

          Según Galeano, los intelectuales de derecha desprecian al fútbol porque lo consideran una práctica en la cual el “instinto animal” se impone ante la “razón humana”, lo que genera un triunfo de la ignorancia sobre la cultura. Tal vez a los que consideran que en este deporte se “piensa con los pies” habría que preguntarles si alguna vez lo jugaron. Cabría averiguar si su intelecto les permitiría encontrar un hueco en una defensa, por donde meter un pase de gol, o si su capacidad de interpretación los haría capaces de leer un partido para así llevar a cabo la táctica más conveniente. Es fácil llegar a la conclusión de que ser un buen jugador de fútbol requiere tanta inteligencia como ser un buen escritor, con la diferencia de que el fútbol no se enseña en las escuelas.

          El autor también explica que los intelectuales de izquierda critican al fútbol, no por su supuesta naturaleza brutal, sino por lo que genera. Proclaman que gasta la atención y energía de las masas inútilmente, para hacerlos olvidar de su verdadero objetivo, que debería ser la revolución contra las clases más altas. Aquí es difícil discutir, a la luz de los resultados (el sistema capitalista que oprime a la clase obrera y beneficia a los patrones en casi tan global como el mismo fútbol). No obstante, vale la pena cuestionarse si el problema clave en esta ecuación es el deporte, que funciona de catalizador, o el hombre, que en algunos casos lo usa como arma de desviación (“pan y circo”) y en otros se deja hipnotizar y olvida que los temas trascendentales no pasan por un partido de fútbol. Aquí la falla no está en el entretenimiento elegido, sino en el uso que se le da.



Darío Kullock